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lunes, 11 de abril de 2011

LOS TOREROS MUERTOS

Toreros Muertos comenzó siendo una broma y llegó a situarse entre las principales bandas españolas de pop de la segunda mitad de la década de los ochenta. El grupo surgió de la mente efervescente de Pablo Carbonell, un veinteañero gaditano que, mediados los 80, ya afincado en Madrid, comenzó a emular a sus adorados Madness con la ayuda de algunos músicos que, como él, tenían cierta vocación etílica y provocadora. Carbonell había sido un asiduo del Rock-Ola y vivió muy de cerca los primeros ambientes mods del Madrid de principios de los ochenta. Por aquel entonces, junto al también humorista andaluz Pedro Reyes, formó el dúo cómico Pedro y Pablo, una actividad que pronto llevó a ambos desde el parque del Retiro hasta los platós televisivos de La Bola de Cristal.
En 1986 Carbonell conoce en una jam session de un pub de Madrid al bajista Many Moure y al teclista Guillermo Piccolini, con los que formaría grupo en aquel mismo momento. Poco después, tras unas divertidísimas actuaciones por diversos locales de la capital de España, captan la atención de una discográfica que inmediatamente les ofrece la grabación de un disco. Pero, antes de que éste salga a la venta los Toreros Muertos ya son conocidos en toda España gracias a su actuación en la cuarta edición de la Fiesta del Estudiante y la Radio, retransmitida en directo por Radio 3 (RNE) y Televisión Española. Una escasa semana después actúan en Oviedo  como teloneros de Los Rebeldes y organizan una de las peleas más divertidas que jamás hayan existido entre artistas y público; los seguidores del grupo catalán abuchean al trío, y Carbonell, vistiendo una camiseta en la que había pintado a mano: “Tengo 22 años”, invitó a éstos a que bombardearan el escenario con todo lo que tuvieran a mano. “Vamos amiguitos, no os cortéis, que Dios también os ama aunque que tengáis patillas y tupé”, dijo. El resultado fue un aluvión de botellines, navajas y todo tipo de objetos contundentes que arrasó literalmente con el juego de luces del escenario y que acabó con Pablo, Guillermo, Many y algunos fans y borrachos (o ambas cosas) en comisaría. Y es que Moure y Piccolini eran virtuosos músicos argentinos, curtidos en anteriores aventuras musicales, que supieron acoplarse a la perfección al complejo y sicotrópico mundo interior de su multimediático cantante hasta las últimas consecuencias.
Su debút discográfico llegó por fin de la mano de Ariola, que les editaría en 1986 el maxi single “Yo no me llamo Javier”, antesala de lo que poco después será su primer álbum “30 años de éxitos”, trabajo en el que Pablo Carbonell muestra otra de sus facetas, la de excelente dibujante. No obstante él fue el encargado de realizar por esas mismas fechas la carpeta del doble álbum recopilatorio “Recuerdos del Rock-Ola” editado por DRO. Asimismo, “Mi agüita amarilla” resulta un éxito y el trío se hincha a tocar por España aquel verano.
En 1987, los Toreros Muertos parodian los cursos de inglés y se ríen de la solidaridad internacional en el álbum “Por biafra” (Ariola, 1987) y siguen los conciertos en directo por España y algunos puntos de América (fiesta descalabrada en casa de un narco colombiano incluída). En 1989 publican “Mundo caracol” con una canción dedicada a un falangista, asunto con el que Carbonell pretende zanjar en clave de humor ciertos rumores de mal gusto sobre su pasado ideológico. Lo último de la banda es “Toreros muertos: Cantan en Español” , editado en el año 92 y producido por Piccollini. Poco después, aburridos unos, e inmersos en crisis existenciales otros, deciden disolver el grupo. Pablo Carbonell, tras unos años de ausencia en público, regresó como humorista y reportero a los platós de televisión. Por su parte, Many Moure emprendió nuevas aventuras musicales, al igual que Guillermo Piccolini, que formó el provocador y escatológico combo Pachuco Cadáver.  

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